Formación

REGLA 7.- La Hermandad, en cuanto a realización concreta de la comunidad cristiana, debe sentirse llamada a participar en el compromiso a favor de la justicia social y de los derechos humanos como parte integrante de la misión general de la Iglesia.

REGLA 8.- La Hermandad, por medio de la Palabra de Dios, y animada por el magisterio de la Iglesia, se identifica con Jesús en el misterio de su Humildad ante el momento terrible de su Crucifixión y reafirma su devoción hacia María, Madre de Jesús y Nuestra, en sus advocaciones de Dolores y Dulce Nombre.

REGLA 9.- La Hermandad ha de procurar adquirir una conciencia cada vez más clara de su ser eclesial, así como acrecentar sus sentimientos de comunidad: de fe, de amor y de culto.

Como comunidad de fe, la Hermandad se fundamente en la Palabra de Dios aceptada y vivida, con actitudes acordes con el Evangelio. Así, los hermanos podremos dar mejor respuesta alas exigencias de nuestro tiempo. Ello supondrá una continua conversión a Cristo en su Iglesia personal y colectivamente, para hacer posible en la vida individual y social el Reinado de Dios, anunciado por Cristo.

Como comunidad de amor fraterno, la Hermandad velará para que cada hermano pueda sentirse en comunión con quienes comparten su misma fe, teniendo presente en todo momento el mandamiento del Señor: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Así, los hermanos deberán estar siempre animados por un espíritu de servicio, que estimule e impulse igualmente a toda la Hermandad por la realización de los derechos fundamentales de las personas y una prontitud para el perdón de los pecados y ofensas de los demás.

Como comunidad de culto, la Hermandad quiere ser verdadera adoradora de Dios, y por ello evitará caer en lo que dijo el profeta y que Jesús Nuestro Señor recordó: “este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de Mí”. Así, los Sacramentos en especial, deben presuponer en los hermanos una actitud de vida cristiana que se consagra, se celebra y se compromete en las acciones culturales.

Don Carlos Amigo Vallejo, nuestro querido Cardenal de Sevilla, en cierta ocasión dijo que “en la formación debemos tomar la iniciativa, más que ir a remolque de los acontecimientos”.

Muchos cofrades tienen una visión parcial o fragmentada de la fe.  En otras épocas, podrían ser suficientes en conocimientos y la experiencia revividas en ambientes configuradas por una cultura cristiana, pero hoy en día es imposible.  Para que los cofrades puedan evangelizar en nuestra sociedad actual, es preciso que hayan cristianos cofrades que estén más que alimentados en la fe de la Iglesia. Su formación es una prioridad de máxima urgencia para toda la iglesia, para todas las hermandades. Un cofrade que escucha atentamente la palabra de Dios en su vida, con fe, con sencillez, con espíritu de gratuidad, con constancia y prontitud, sintiendo la necesidad de la palabra de Dios, servirá sin lugar a dudas para dar razones de su esperanza.

Hoy vivimos en el mundo serios y decisivos momentos de transformación, tanto en el ámbito sociocultural como en la misma Iglesia. Se ha pasado de una cultura manual a una cultura tecnológica. Hoy se valora, indudablemente, sobre todo la capacidad inventiva y creativa del ser humano. El mundo está sometido a cambios rápidos y profundos y todo esto hace que las empresas estén seriamente preocupadas y volcadas al reciclaje de sus miembros, a la formación permanente del personal. Se organizan y se hacen continuamente cursos de formación.

Si el ser humano actual está en actitud de formación permanente a fin de no perder el ritmo de la historia en ningún campo del saber en general, el cofrade no puede ser menos, tiene que estar constantemente al día, a fin de ser capaz de dar “razón de la propia esperanza a todo el que se la pida” ( Cf. 1 Pe 3,15).

Y desgraciadamente hoy en día existe un amplio desconcierto en muchos bautizados, en muchos cofrades, porque no saben dar razón seria, profunda, adulta, de la propia esperanza en medio de una sociedad indiferente,  permisiva. No saben valorar debidamente los criterios morales que emanan del Evangelio. En muchas hermandades no se tiene una auténtica escala de valores, de acuerdo con el Evangelio, pues se antepone lo accidental, lo externo por encima de los valores profundos, serios, decisivos. Muchos cofrades desconocen la Sagrada Escritura, “desde la materialidad de los diversos libros hasta los criterios de interpretación y el verdadero mensaje que nos da” como diría el sacerdote Don Antonio María Calero de los Ríos. Desconocen las enseñanzas y directrices cristianas del Papa, de nuestro Arzobispo y de la Conferencia Episcopal. Desconocen en profundidad la Doctrina Social de la Iglesia y la aplicación de los criterios cristianos en los campos de la política, economía y cultura. Incluso los mismos miembros de las Juntas de Gobierno de muchas hermandades carecen de la formación cristiana y eclesial que corresponde a personas que por responsabilidad van a conducir a las hermandades a la iglesia del siglo XXI. En el documento conciliar del Vaticano II Apostólicam Actuositatem se dice: “El apostolado solamente puede conseguir su plena eficacia en  una formación multiforme y completa”.  Y en el documento Christifideles laici se puntualiza: “Los fieles laicos (los cofrades en definitiva) han de ser formados para vivir aquella unidad con la que está marcado su mismo ser de ser miembros de la Iglesia y de ciudadanos de la sociedad humana”.

Antes de terminar, invitamos a todo lector de estas líneas a recogernos en un momento de reflexión personal. Al llegar estos momentos finales, mirar un momento hacia arriba de estos textos y contestarnos con seriedad a las siguientes preguntas:

  • ¿Dan las Hermandades al tema de formación la verdadera importancia?
  • ¿Se toman en serio las Hermandades la formación cristiana?
  • Tienen las Hermandades trazados algunos planes sistemáticos de formación específicamente cristiana?
  • Las numerosas predicaciones y cultos de las Hermandades, a lo largo del año, ¿están hechas dentro de un plan sistemático de formación o a salto mata, sin un orden determinado?
  • ¿Podemos ver con esperanza el futuro de las Hermandades, gracias a la seriedad con que llevan los jóvenes cofrades su proceso formativo cristiano?…